Dylan Ricci es alguien capaz de transmutar el claroscuro en pura anatomía. Un artista de la luz obsesionado por la sombra y el desnudo masculino. Su canon de belleza es el cuerpo perfecto: helénico en su idea, florentino en su rúbrica, contemporáneo en su vigencia… A todas luces se trata de un nuevo renacimiento de la imagen, en el que el hombre es el centro del mundo. Como un ídolo, donde el mármol se transforma en carne, adornada de una desbordante virilidad y, a la vez, teñida de un desmesurado humanismo. En las obras de Ricci el que manda es el músculo. Los rostros, ocultos deliberadamente, conceden al cuerpo del hombre su espacio merecido en todo su esplendor. Torsos y glúteos, piernas y abdómenes, perfectísimos todos, son esculpidos sin gubia ni cincel, abandonando su mármol ancestral para hacerse bronce, oro, acero o plata, al destello inmortal de las miradas. No existen añadidos. Sobran los atavíos, la ropa, el ornato innecesario. Aquí sólo queda la piel tensada por el arco virtual del objetivo.
Evidentemente, las estatuas de carne de Dylan Ricci rinden un culto arcano y litúrgico al cuerpo masculino. Pero no queda todo en un acto de fe. Casi sin darnos cuenta, el hombre despojado, libre de otras formas ajenas, sumido en el éxtasis del rito y del silencio, cobra una nueva dimensión en nuestra mente.
Dylan Ricci nace en Roma y se traslada a Australia, junto con su familia, a la edad de siete años. Heredero de fotógrafos como Imogen Cunningham o Edward Weston, Ricci estudia escultura en Florencia y decide indagar en el estudio de la anatomía humana y jugar con ella en sus fotografías. Se inspira, igualmente, en grandes artistas de la talla de Miguel Ángel, Leonardo Da Vinci o Andy Warhol. Los desnudos retratados por su cámara ("un equipo muy básico", dice el mismo Ricci), se encuentran inmortalizados en importantes libros y revistas de arte y fotografía, y han sido expuestos en galerías y colecciones privadas de los EE.UU., y algunos países de Europa y Asia, siendo estos dos últimos continentes los polos entre los que oscila su vida.
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